Guadalupe

 



PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA







La Virgen se presenta sobre la luna, entre el día y la noche, haciendo referencia al nombre del país “Metz-xic-co” que significa en el centro o el ombligo de la luna.

A) Introducción

La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, que se encuentra plasmada en la tilma de San Juan Diego, tiene una serie de símbolos con un profundo mensaje que lograron convertir a muchas personas de su época y siguen despertando el fervor de los fieles.

El 9 de diciembre de 1531, estando Juan Diego de camino por el monte del Tepeyac, se le apareció la Virgen María. La “Señora”, quien se presentó como “la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios”, se dirigió a él y le encomendó que vaya donde el obispo capitalino, el franciscano Juan de Zumárraga, para pedirle en su nombre que se construya una iglesia en aquel lugar.

El martes 12 de diciembre, la Virgen se presentó nuevamente a Juan Diego y le pidió subir a la cima de la colina del Tepeyac para que recogiera flores y se las trajera. Cuando llegó a la cima encontró un brote de rosas muy hermosas y las colocó envueltas en su “tilma” (el manto típico con el que se revestían los indios de la región). La Virgen luego le pidió que se las llevara al obispo.

Estando frente al Prelado, el santo abrió su tilma para entregar las rosas, dejando expuesta sobre el tejido la imagen de nuestra “Señora”, la Virgen de Guadalupe.

Esta imagen de la Virgen, que se conserva hoy en su santuario de Ciudad de México, tiene un profundo significado que se refleja a través de sus símbolos.

Fuentes: Tradición oral, cultural, religiosa, popular y folklórica.


La Aparición:

Las maravillas de gracia que vamos a contar sobre el indio Juan Diego (1474-1548) y sobre las apariciones de la Virgen en el Tepeyac (1531) son conocidas por los siguientes documentos principales:

El Nican Mopohua, texto náhuatl, la lengua azteca, escrito hacia 1545 por Antonio Valeriano (1516-1605), ilustre indio tepaneca, alumno y después profesor y rector del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, Gobernador de México durante treinta y cinco años; publicado en 1649 por Luis Lasso de la Vega, capellán de Guadalupe; y traducido al español por Primo Feliciano Velázquez en 1925. Este documento precioso es probablemente el primer texto literario náhuatl, pues antes de la conquista los aztecas tenían sólo unos signos gráficos, como dibujos, en los que conseguían fijar ciertos recuerdos históricos, el calendario, la contabilidad, etc.

El Testamento de Juana Martín, del 11 de marzo de 1559, vecina de Juan Diego. El original, en náhuatl, se halla en la Catedral de Puebla.

El Inin Huey Tlamahuizoltin, texto náhualt, compuesto hacia 1580, quizá por el P. Juan González, intérprete del Obispo Zumárraga; traducido por Mario Rojas. Es muy breve, y coincide en los sustancial con el Nican Mopohua.

El Nican Motecpana, texto náhuatl, escrito hacia 1600 por Fernando de Alba Ixtlilxóchitl (1570-1649), bisnieto del último emperador chichimeca, alumno muy notable del Colegio de Santa Cruz, que fue gobernador de Texcoco, escritor y heredero de los papeles y documentos de Valeriano, entre los cuales recibió el Relato de las Apariciones de la Virgen de Guadalupe. En este precioso texto se nos refiere algunos datos importantes de la vida santa de Juan Diego, así como ciertos milagros obrados por la Virgen en su nuevo templo. El Testamento de Juan Diego, manuscrito del XVI, conservado en el convento franciscano de Cuautitlán, y recogido después por don Lorenzo Boturini.

Varios Anales, en náhuatl, del siglo XVI, como los correspondientes a Tlaxcala, Chimalpain, Cuetlaxcoapan, México y sus alrededores, hacen referencia a los sucesos guadalupanos.

Las Informaciones de 1666, hechas a instancias de Roma, en las que depusieron 20 testigos, 8 de ellos indios ancianos. Entre los testigos se contó a Don Diego Cano Moctezuma, de 61 años, nieto del emperador, Alcalde ordinario de la ciudad de México.

En el XVII, hay varias Historias de las Apariciones de Guadalupe, publicadas por el bachiller Don Miguel Sánchez (1648), el bachiller Don Luis de Becerra Tanco (1675), el P. Francisco de Florencia S.J. (1688) y el Pbro. Don Carlos de Sigüenza y Góngora (1688).





Juan Diego:

El indio Cuauhtlatóhuac

En 1474, en la villa de Cuautitlán, señorío de origen chichimeca, próximo a la ciudad de México, nació el indio Cuauhtlatóhuac (el que habla como águila), el futuro Juan Diego. En ese año, más o menos, fue cuando el poder azteca de México dominó el territorio de los cuautitecas. Cuando tenía 13 años (1487) se produjo la solemnísima inauguración del gran teocali o templo mayor de Tenochtitlán, reinando Ahuitzol, en la que se sacrificaron unos 80.000 cautivos. En los años siguientes, las guerras de vasallaje del insaciable poder mexicano envolvieron también al señorío aliado de Cuautitlán, y es posible que Cuauhtlatóhuac tuviera que dejar sus labores campesinas para participar en las campañas bélicas.

Cuando tenía éste 29 años (1503), asciende al trono de Tenochtitlán otro joven de su edad, Moctezuma Xocoyotzin, y también en Cuautitlán comenzó a reinar Aztatzontzin. Estos cambios políticos, que implicaron redistribuciones de dominios, despojos y migraciones obligadas, afectaron también a los cuautitecas.

El cristiano Juan Diego

En el año 1524 o poco después, que fue cuando llegaron los doce apóstoles franciscanos, se bautizó Juan Diego, a los 50 años, con su mujer Malintzin, que recibió el nombre de María Lucía. En el Testamento de Juana Martín, de 1559, se lee: «He vivido en esta ciudad de Cuautitlán y su barrio de San José Milla, en donde se crió el mancebo don Juan Diego y se fue a casar después a Santa Cruz el Alto, cerca de San Pedro, con la joven doña Malintzin, la que pronto murió, quedándose solo Juan Diego». Y alude a continuación al milagro del Tepeyac, donde en 1531 se le apareció la Virgen.




¿Quiénes fueron los chichimecas?

Contrario a lo que podría pensarse, el término chichimecas no englobaba a una etnia en específico sino a diversos grupos indígenas que eran nómadas y seminómadas y que en conjunto habitaron la región conocida como la Gran Chichimeca.

Aquel territorio abarcaba parte del norte y del noreste del país en lo que actualmente son los estados de Durango, Guanajuato, Querétaro, Coahuila, Zacatecas, Jalisco y San Luis Potosí. Cabe mencionar que quien propuso el nombre de la Gran Chichimeca fue la arqueóloga Beatriz Braniff Cornejo.

Además, aquellos grupos se caracterizaban por su gran capacidad para adaptarse al entorno hostil y árido que ofrecen algunas zonas del norte de México (se estima que llegaron a aquella región a partir del año 1000 a. C.). Asimismo, también eran grandes estrategas y guerreros.

Después de la caída de Tenochtitlán, los españoles continuaron emprendiendo campañas y misiones para someter a las demás etnias indígenas. No obstante, los chichimecas se convirtieron en un terrible y poderoso enemigo. A pesar de los intentos por hacer las pases, aquellas tribus aguerridas se oponían fervientemente a ser conquistados.

Además, tenían la ventaja de conocer a detalle el territorio del norte de México por lo que varias veces emboscaron a los intrusos y los asesinaron. De hecho, de acuerdo con el relato de Jiménez Moreno (quien se basó en el de Gil González Dávila) se decía que:

“Son por extremo crueles… a la persona que prenden, sea hombre o mujer, lo primero que hacen es hacerle de corona, quitando todo el cuero y dejando el casco mondo, como una corona de fraile, quitándoles así mismo los nervios, para con ellos atar los pedernales en sus flechas.“

Sin embargo, a pesar de la inigualable resistencia, por la presencia de los españoles el poder sobre las otras etnias que era en gran parte la fuente de sus riquezas y fortalezas,fue mermando a los chichimecas. Muchos murieron y otros llegaron a establecer “acuerdos de paz”, en torno a la necesidad de organizarse para sobrevivir en medio de las continuas batallas y la contingencia de la conquista española. Y aunque gran parte de la población sefue extinguiendo, en el municipio de San Luis de la Paz, Guanajuato, se encuentran los que son considerados como los últimos chichimecas.

Se considera que el origen de la denominación de chichimecas la dieron los propios mexicas. Esto debido a que nombraron a aquella región como Chichimecatlalli, es decir, “la tierra de los chichimecas”.

No obstante, también hay expertos que señalan que el sobrenombre de chichimeca proviene de la palabra chichimecah. Ésta puede traducirse como “linaje de perros” o “perro sucio” y fue la manera común en la que los mexicas les llamaron a todas aquellas etnias que “no eran tan civilizados como ellos”.

La llegada de las misiones significó no solo un obstáculo para los excesos de muchos conquistadores sinotambien un refugio para evitar los sacrificios que se realizaban en los ritos tribales, de las etnias más débiles.




El Milagro

La Madre y Reina


1. Los ojos

Los ojos de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe presentan imágenes tan pequeñas que son solo visibles con tecnología moderna.

2. Cabello suelto

Para los aztecas, el cabello suelto era un signo de la virginidad.

3. 46 estrellas

El manto de la Virgen María cuenta con 46 estrellas que forman constelaciones que se vieron desde México en 1531, el año en que se apareció Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego.

4. Manos

La mano izquierda de la imagen es morena, mientras la derecha es más clara, en representación de la unión de dos razas. Además, ambas se encuentran unidas en señal de oración.

5. Cinto

El cinturón que utiliza la Virgen es un símbolo de maternidad, evidencia del embarazo de la Madre de Dios.

6. Rayos

Los rayos que se proyectan desde el fondo de la imagen simbolizan el sol, divinidad azteca, y brillan con mayor fuerza a la altura del vientre de la Virgen, donde lleva al Niño Jesús.

7. Flor Nahui Ollin

La flor de cuatro pétalos o “Nahui Ollin” que adorna la túnica de la Virgen es el máximo símbolo náhuatl y representa la presencia de Dios.

8. La luna

La Virgen se presenta sobre la luna, entre el día y la noche, haciendo referencia al nombre del país “Metz-xic-co” que significa en el centro o el ombligo de la luna.

9. Ángel

Un ángel con alas de quetzal, pelícano y guacamaya, une con sus manos la túnica, que representa la tierra, con el manto que simboliza el cielo.




El Mensaje en el contexto:

La imagen de la Virgen de Guadalupe impresa en la tilma de Juan Diego tiene varios elementos, cada uno de ellos con un significado especial. Conoce cuáles son:

Nubes. Los antiguos mexicanos asociaban las nubes con lo divino. Las nubes se abren para dar paso a María, quien es enviada del cielo.

Rayos. La Virgen de Guadalupe está rodeada de rayos del sol. Ella está delante, como en un eclipse que, a diferencia de lo que creían los indígenas, no presagia destrucción sino una nueva era.

Manto color azul verde. El color turquesa indica que es una emperatriz.

Cabello suelto. El pelo suelto evidencia virginidad, pues las mujeres casadas se peinaban con trenzas.

Piel morena. Su color de piel muestra una mezcla de raza blanca e indígena.

Ojos. Miran hacia abajo con ternura. Estudios que se han realizado a la tilma muestran que la calidad de detalle de la imagen refleja, como ojos humanos vivos, a quienes estaban presentes al momento del milagro.

Cabeza inclinada y expresión facial. Simboliza que a pesar de que viene del cielo y pertenece a la realeza no viene a imponerse ni a arrasar, sino con actitud bondadosa y humilde.

Cruz negra en el cuello. Síntesis de dos culturas: Su color recordaba a Quetzalcóatl, se había transformado en hormiga negra para crear a la humanidad, pero su forma la cruz de Cristo, verdadero Dios y Hombre que dio Su vida para nuestra salvación.

Manos unidas. En oración y como formando la casita que pidió para poder recibir en ella a todos sus hijos, escucharlos y darles su amor, su mirada compasiva y su auxilio. Parecen tener dos tonos distintos, representan razas distintas unidas por la misma fe.

Cinta negra. La empleaban las mujeres nobles embarazadas (‘encinta’).

Vientre abultado. Muestra un embarazo avanzado, a unos días de dar a luz.

Rodilla flexionada. Los indígenas danzaban a manera de oración. Nuevamente sintetiza dos mentalidades: la oración occidental, con sus manos unidas y la oración indígena, con su rodilla doblada que expresa movimiento, ‘paso de danza’.

Manto cubierto de estrellas. Su manto está lleno de estrellas no puestas al azar sino que coinciden con las constelaciones que brillaban en esa fecha sobre el valle de México.

Túnica rosa. Por su color, representa la tierra. Contiene nueve flores doradas que representan los nueve pueblos indígenas que peregrinaron y poblaron nuestro valle.





Flores y tallos. No siguen los pliegues del vestido porque son códices no adornos. Los tallos surgen como del manto, que representa el cielo, son ríos divinos que dan vida y rematan en flores que representan lo más bello de lo verdadero, entre las cuales unas simbolizan una nueva era, anunciada por una conjunción planetaria, otras son como corazones con rostro que representan el amor de un Dios que se ha hecho Hombre, y a la vez representan al Tepeyac, desde el cual sale un mensaje hacia todos los puntos cardinales. Se expresa así la misericordia divina y la salvación para todos los pueblos.
Flores coinciden con volcanes en el mapa de México. Si se coloca un mapa orográfico de México sobre la túnica se descubre que los volcanes coinciden con las flores.

Flor de cuatro pétalos en el centro de su vientre. Para los indígenas representaba los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales, las cuatro estaciones, las cuatro épocas pasadas a la espera del quinto sol. Es una flor solar cuyo centro representa al Niño Sol, y cuya posición indica movimiento perpetuo, es decir, que en el vientre de María está Dios, Omnipotente y Eterno, Sol verdadero que se ha hecho cercano y viene no a destruir sino a iluminar.

Luna negra. Alude al nombre náhuatl de México (‘en el ombligo de la luna’).

Ángel. Es indio, niño y anciano a la vez, fuerte y sabio. Mensajero de la Virgen, representa a Juan Diego, portador de la gran noticia que trae vida y verdad.

Alas del Ángel. De color verde, blanco y rojo, colores sagrados para los indígenas y, con el tiempo, los que se plasmaron en la bandera de México.

Manos del Ángel. Con una toma el manto y con la otra la túnica. Expresa la comunicación, la unión del cielo con la tierra.


 





B) Los Ojos

Trece personajes en los ojos de la Virgen

Si bien sus dimensiones son microscópicas, el iris y las pupilas de los ojos de la imagen tienen impresa al menos la imagen sumamente detallada de trece personajes. Las mismas personas están presentes tanto en el ojo izquierdo como en el derecho, con diferentes proporciones, al igual que sucede en los ojos de un ser humano que refleja los objetos que tiene en frente. El reflejo transmitido por los ojos de la Virgen de Guadalupe es la escena en la que Juan Diego mostraba al obispo fray Juan de Zumárraga y a los presentes en la estancia el manto con la misteriosa imagen. Era el 9 de diciembre de 1931.

La técnica que ha utilizado para su estudio el ingeniero Aste Tönsmann es la del proceso digital de imágenes usado por los satélites y por las sondas espaciales para transmitir informaciones visivas. El científico, de hecho, ha trabajado durante años en IBM en procesamiento digital de imágenes. Según las conclusiones del estudio, nos encontramos ante una imagen «que no ha sido pintada con mano de hombre». Ya en el siglo XVIII varios científicos realizaron pruebas científicas que mostraban cómo era imposible pintar una imagen así en un tejido de esa textura. De hecho, con el pasar del tiempo, las fibras del «ayate» (o tilma) que utilizaban los indios se degradan. Normalmente no deberían durar más de veinte años. Sin embargo, la imagen está impresa desde hace 470 años.

Richard Kuhn, premio Nobel de Química (recordó Aste Tönsmann), hizo análisis químicos en los que se pudo constatar que la imagen no tiene colorantes naturales, ni animales ni mucho menos minerales. Dado que en aquella época no existían los colorantes sintéticos, la imagen, desde este punto de vista, es inexplicable. En 1979 los estadounidenses Philip Callahan y Jody Smith estudiaron la imagen con rayos infrarrojos y descubrieron con sorpresa que no había huella de pintura y que el tejido no había sido tratado con ningún tipo de técnica. Aste Tönsmann se pregunta, «¿Cómo es posible explicar esta imagen y su consistencia en el tiempo sin colores y con un tejido que no ha sido tratado?. Es más, ¿cómo es posible que, a pesar de que no haya pintura, los colores mantengan su luminosidad y brillantez?».

El ingeniero peruano explica que «Cahallan y Smith han mostrado cómo la imagen cambia ligeramente de color según el ángulo de visión, un fenómeno que se conoce con el término de iridiscencia, una técnica que no se puede reproducir con manos humanas». El investigador comenzó a desarrollar su estudio en 1979. Agrandó los iris de los ojos de la Virgen hasta alcanzar una escala 2.500 veces superior al tamaño real y, a través de procedimientos matemáticos y ópticos, logró identificar todos los personajes impresos en los ojos de María. En los ojos de la Reina del Cielo –revela– se encuentran reflejados los testigos del milagro guadalupano, el momento en que Juan Diego mostraba la tilma al obispo. Los ojos de la Virgen tienen así el reflejo que hubiera quedado impreso en los ojos de cualquier persona en esa posición, quinientos años atrás.

Se puede individualizar a un indio sentado, que mira hacia lo alto mientras parece tener entre sus manos un instrumento musical indígena; el perfil de un hombre anciano, con la barba blanca y la cabeza con calvicie avanzada, como el retrato del obispo Juan de Zumárraga realizado por Miguel Cabrera para representar el milagro; un hombre más joven, con toda probabilidad el intérprete Juan González; un indio de rasgos marcados, con barba y bigote y un gorro típicamente indígena, que abre su propio manto ante el obispo: ¡sin dudas se trata de Juan Diego!. Una mujer de rostro oscuro, una sierva negra que estaba al servicio del obispo; un hombre de rasgos españoles que mira pensativo acariciándose la barba con la mano.

En el centro de las pupilas, además, a escala mucho más reducida se puede ver otra «escena», totalmente independiente de la primera. Se trata de una familia indígena compuesta por una mujer, un hombre, y algunos niños. En el ojo derecho, aparecen otras personas de pie detrás de la mujer.

Hasta aquí llega la ciencia, fue la conclusión de Aste Tönsmann. Cómo se ha realizado algo así no es posible descifrarlo con métodos científicos. En definitiva, en los ojos de la imagen de la Virgen de Guadalupe está impresa una especie de instantánea de lo que sucedió en el momento en que tuvo lugar el milagro.

Frente a toda esta evidencia, la ciencia puede mostrar la realidad indiscutible presente en la Imagen, no su origen. ¡Para esto hace falta la fe!

Entrevista al Doctor José Aste Tonsmann sobre el el reflejo en el ojo.

Cuando el ojo humano observa, los objetos que está mirando se reflejan en su retina. «Yo estoy reflejado ahora mismo en su ojo», explica el doctor Aste en esta entrevista. «Dependiendo de que el objeto esté más cerca o más lejos del ojo, se reflejará a mayor o menor tamaño en el globo ocular», explica. «Y eso es lo que ocurre con los ojos de la Guadalupana: la imagen que aparece recogida en sus dos retinas es la del momento en que la Virgen se impresionó en la tilma de Juan Diego».

-Esas figuras, ¿no pueden ser obra humana?

-José Aste Tonsmann: No, por tres motivos. En primer lugar, no son visibles al ojo humano, salvo una: la del español, que es la más grande. Nadie podría haber pintado unas siluetas tan pequeñas. En segundo lugar, los pigmentos de esas figuras no se sabe qué origen tienen. Ocurre lo mismo con la imagen de la Virgen: no está pintada, y nadie sabe aún cómo se estampó sobre la tilma de Juan Diego.

-¿Y el tercero?

-José Aste Tonsmann: Las trece figuras se repiten en los dos ojos. ¿Qué artista haría eso?. Además, su tamaño varía de un ojo al otro, dependiendo de lo cerca que estuviera el personaje del ojo izquierdo o derecho de la Virgen.

-¿Qué proceso siguió en su experimento?

-José Aste Tonsmann: Primero se toman unas fotografías de los ojos. Después se digitalizan. Son leídas por el ordenador, y se realizan ampliaciones y filtrado de las imágenes.

-¿Quiénes aparecen en los ojos?

-José Aste Tonsmann: Hay un sirviente casi desnudo; un anciano (el obispo Fray Juan de Zumárraga); un joven (el traductor); un indígena con una tilma (Juan Diego); una mujer negra (una esclava); un español con barba; y por último, una familia indígena con padre, madre, tres hijos y dos adultos más, que pueden ser abuelos o tíos.

-¿Cómo sabe que el resto de figuras corresponde a la esclava, al traductor, etc.?

-José Aste Tonsmann: Hay constancia histórica. El anciano que aparece en los ojos de la Virgen guarda gran parecido con los cuadros del obispo Zumárraga que hay de la época. Sobre la esclava negra, Zumárraga dice en su testamento que le da la libertad, e incluso sabemos que se llamaba María. En el Archivo de Indias se conserva el acta de embarque del obispo cuando marchó al Nuevo Mundo.



C) Milagro de la Tela suspendída

Milagros alrededor de la tilma, desde siempre.

El día 26 de Diciembre de 1531 (pocos días después del milagro) iba un grupo transportando la tilma al cerro del Tepeyac. En la misma iban muchos indios festejando, como era la costumbre de los chichimecas, jugando con los arcos y las flechas y danzando. A uno de ellos se le disparó accidentalmente una flecha, con tan mala suerte que atravesó la garganta de un indio que iba caminado acompañando el manto. El mismo murió en el acto en que la flecha le atravesó la yugular.

Luego de haberle extraído la flecha delante mismo del manto, el indio revivió y sólo le quedo la cicatriz hasta el día en que murió. A raíz de este impresionante hecho 9.000.000 de indios se convirtieron al cristianismo.

En el año 1751 el retrato fue analizado por Miguel Cabrera junto con José Ibarra, y comprobaron que en la Imagen no hay rastros de pintura mirando por detrás, y por delante era visible la pintura pero no había rastros de pinceladas de ningún tipo. En el año 1791 en el lado derecho superior cae ácido muriático haciendo un agujero de cerca de 10 centímetros de diámetro. En 30 días el sector dañado se reconstituyó sólo sin que nadie hubiera hecho algo para remendarlo, cocerlo o entretejerlo. Hoy en día queda la aureola de la mancha y sólo con instrumental preciso se pueden rastrear aún restos de ácido muriático en la Tilma.

En el siglo XVIII se hizo una réplica lo más parecida al original y se pudo comprobar que el poncho confeccionado con las mismas fibras de maguey se hizo polvo en sólo 15 años. La conservación de casi 500 años de la tilma original es un verdadero fenómeno inexplicable.

El día 14 de noviembre de 1921 el pedrero Luciano Pérez, un español anarquista, depositó un arreglo de flores al lado de la Tilma de Juan Diego.

En ellas había colocado una carga de dinamita que destruyó todo alrededor, mas la Tilma no sufrió absolutamente ningún daño.

En el año 1956 el oftalmólogo Dr. Torruela Bueno descubre que al acercarse al ojo para realizarle un fondo de ojo, la pupila se cierra y al apartar la luz se dilata nuevamente, como si fuera el ojo humano de una persona viva. En julio de 1956 el Dr. Lavoignet después de 8 meses de trabajos, descubre el fenómeno óptico de la «triple imagen de Purkinge-Samson», que es el fenómeno óptico que hace que en el ojo humano se formen las tres refracciones del objeto visto.

Al acercar el lente para hacer un fondo de ojo, observaron una vez más que con la luz la pupila se contraía y al retirarla se dilataba nuevamente.

El 7 de mayo de 1979 los científicos Jody Brand Smith, profesor de estética y de filosofía en el Pensacola College, y Phillip Serna Callahan, biofísico de la Universidad de Florida y especialista en pintura y miembros de la NASA, analizan la tilma sin encontrar pintura en el original de la imagen. Prueban que no es fotografía pues no ha se ha impresionado al tejido. También descubren que la tilma conserva sin ninguna explicación la temperatura del cuerpo humano, de alrededor de 36,6 a 37º. Al acercarse a ver la tela a menos de 10 centímetros, no se ve nada más que las fibras del manto, los colores ya no son visibles, desaparecen. Es imprescindible alejarse para ver la imagen de María. Los científicos de la NASA descubren también que al pasar un rayo láser por la tela, colocándola de costado, el mismo pasa sin tocar la pintura ni la tela. De este modo comprueban que la pintura está suspendida en el aire, por tres décimas de milímetros, o sea que la misma no está pegada en el manto, sino tan solo suspendida en el aire.

¡Suspendida en el aire, sobre la tela de fibra de maguey, pero sin tocarla!

El 22 de diciembre de 1981 el padre Mario Rojas descubre en el Observatorio Laplace de la ciudad de México, que las estrellas del manto corresponden al Solsticio de invierno del día 12 de diciembre de 1531, que pasó por México a las 10.26 de la mañana. O sea que a esa hora Juan Diego desplegó el poncho y en esa hora de ese día los astrónomos han comprobado tal acontecimiento al analizar la disposición estelar de las estrellas que aparecen en el Manto de María.

También un ginecólogo, al colocar el estetoscopio debajo de la cinta de armiño donde se ve que la Virgen se encuentra encinta, se da cuenta que siente ruidos de latidos rítmicos. Los cuenta y se lleva la sorpresa de que son de 115 a 120 pulsos en un minuto, que vienen a ser los latidos del corazón del Niño Jesús, y corresponden en dicha cantidad a los de un niño real.

¿Qué más debe hacer Dios para convencernos de la Presencia tangible del mundo sobrenatural frente a nosotros?. Estos llamados a la fe son tan rotundos, tan contundentes, que sorprende que el mundo siga su curso como si nada ocurriese. ¡Despertemos, despertemos!. ¿Qué acto de Dios falta para que nos decidamos a poner nuestros ojos EL?

Análisis y conservación:

Los hechos los describe así Valeriano: «Desenvolvió (Juan Diego) su blanca manta, pues tenía en su regazo las flores; y así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en ella y apareció la preciosa Imagen de la siempre Vírgen Santa María, Madre de Dios, de la manera que está y se guarda hoy en su templo del Tepeyac, que se nombra Guadalupe».


La Tilma o Ayate

– «Tilma» es un vocablo náhuatl o azteca que se escribe tílmatli, pero desde tiempo inmemorial se acostumbró suprimirle la última sílaba, y significa manta, capa o abrigo.

– «Ayate», aztequismo que proviene del vocablo ayatl, es una manta tejida con fibra de maguey.

– Por lo general era rectangular, la usaban los indios, y sus extremidades las ataban sobre el hombro izquierdo tapando totalmente el hombro derecho y cayendo casi hasta el tobillo.

– Se tejían en algodón y eran usadas por los nobles. El resto del pueblo tejía la tilma de ichtli, esto es, de hilo de maguey macerado y retorcido.

– La tilma de Juan Diego, mide actualmente un metro, 68 centímetros de largo, por un metro, tres centímetros de ancho. Se cuentan hasta 14 hilos por centímetro cuadrado.

– Problamemente la tilma original constaba de tres piezas o lienzos, unidos por las orillas con costuras del mismo hilo.

– Se estampó milagrosamente la Sagrada Imagen sólo en lienzo y medio de los tres del ayate. Se explica, pues los indios vestían sus tilmas por el hombro derecho, atando los extremos superiores por el hombro izquierdo, de manera que el nudo iba por este mismo lado y junto al cuello, quedando libre la mano izquierda y colgando la mitad por la mano derecha, así que media tilma caía necesariamente por delante y media tilma por detrás.

– Quizá, cercenaron uno de los tres lienzos desde que se trasladó la Santa Imagen a su primera Ermita el 7 de febrero de1532. En otras épocas posiblemen­te se cortaron pequeños fragmentos, con ocasión de algún traslado o para colocarle un nuevo bastidor o nuevo marco.

– Sobre la textura de la tilma, se afirma: «ocurre el primer milagro en la materia misma del manto o sea del ayate en que está pintada… que por el lado de la Santísima Imagen, muestra una suave blandura, mas por la otra parte conserva tenazmente la rudeza de su materia» (Botturini Benaducci, 1738).



Descripción de la Imagen
(Por el pintor Miguel Cabrera,1751)

LIENZO

Se admira en primer lugar el lienzo tan burdo donde está pintada a más de estar partido al medio y cosido con un hilo de algodón.

PREPARACIÓN Y TRANSPARENCIA

Asimismo de la falta de preparación o «aparejo» de la tela, pues de tener alguno fuera imposible que se viera, como los vimos, los colores por el revés del lienzo (…) y se ven con claridad los objetos que están de la otra parte.

ESTILOS POSIBLES

Son cuatro los modos de pintura que parece intervinieron en la hechura de la Guadalupana: la cabeza y las manos al óleo; la túnica y el ángel al temple; el manto al aguazo; y el campo sobre el que recaen los rayos como labrado al temple. Amen de estos rayos y la luna que están sobredorados y plateada.



DIMENSIONES DEL LIENZO

Tiene el portentoso lienzo una altura de 2 varas y un doceavo, y de ancho poco más de vara y cuarta , (1m. 68 cm por 1m 0.3 cm).

COSTURA

Quédale la costura perpendicular sin tocar el bellísimo rostro.

DIMENSIONES DE LA FIGURA DE LA VIRGEN

Medida por mí la santa Imagen con atenta diligencia, hallé que tiene la porción de ocho rostros y un tercio.

ASPECTO GENERAL DE LA VIRGEN

El aspecto es el de una joven pasados los 15 años, a la que su tierna y delicada simetría le conviene la estatura pequeña en que la vemos (1m 44 cm) apareciendo como una doncella bien proporcionada a esa edad.

EL ROSTRO

Es su amabilísimo rostro ni delgado ni grueso; concurren en él aquellas reglas que componen una buena pintura: hermosura, suavidad y relieve. Déjanse ver en él unos perfiles en los ojos, nariz y boca que le agregan tal belleza que arrebatan los corazones de cuantos logran verlos con detenimiento.

LA FRENTE

La frente bien proporcionada, enmarcado por el pelo oscuro, de aquel modo sencillo que nos dicen usaban las indias nobles de este reino.

LAS CEJAS Y LOS OJOS

Las cejas son delgadas y no rectas. Los ojos bajos, tan apacibles y amables que es grande el regocijo y reverencia que causan.

LA NARIZ

La nariz es de tan correcta proporción que puede llamarse bella.

LA BOCA

La boca es maravilla: tiene los labios muy delgados, el inferior, por contingencia, cae sobre un nudo del ayate y le da tal gracia que parece que sonríe.

EL ROSTRO

Las mejillas sonrosean; el colorido del rostro poco más moreno que el de la perla; la garganta redonda y grácil.

POSTURA

Pisa perpendicularmente toda su delicada estatura en el pie derecho -de amarillo oscuro-que asienta sobre la luna. Así como su sagrado rostro, todo su cuerpo está terciado sobre el lado diestro. Esto le valió que no quedara el rostro partido por la costura.

LAS MANOS

Las delicadas manos arrimadas al pecho, en ademán de quien humildemente pide.

LA TÚNICA

La túnica es rosada, más clara donde le hiere la luz, y tan bellamente trabajados sus trazos y pliegues que es admiración de los inteligentes. Está adornada con unas flores doradas de extraño dibujo, con la singularidad de que no buscan los quiebres de los pliegues, sino que están como si fuera sobre cosa plana. En la labor de esta túnica advertí un rarísimo primor: está perfilada por el contorno y dintorno con una ligerísima línea del grueso de un pelo, hecha con tal primor que es imposible ejecutar por nadie.

LOS DORADOS

El dorado, tanto de las estrellas, de la fimbría del manto, de los rayos de sol y de las flores del manto es tan igual con la soberana pintura que no se pudiera hallar en lo humano dorado tan exquisito como él… parecióme que estaba sobrepuesto como si fuera oro en polvo que se fuera a desprender, mas habiéndome mandado que lo tocase, lo hice con la reverencia que pide tan sagrada Imagen y con asombro note lo incorporado que está el oro en la trama, de modo que pareciera fue una misma cosa tejerla y dorarla.

PERFILES

Por las partes de fuera están perfiladas las fimbrías del manto y túnica, con un perfil oscuro poco más grueso que el canto de un peso, hecho con bastante primor. Estos perfiles son desterrados por los buenos pintores en sus cuadros, mas a éste no le quitan el buen gusto; antes, le agregan no sé qué gracia, que no hemos podido imitar, aún poniendo todos los medios.

EL MANTO Y SUS ESTRELLAS

El manto le cubre modestamente la cabeza. Su color no es ni verde, ni azul, sino un agradable medio entre estos dos colores, sirviéndole de bien concentrado adorno cuarenta y seis estrellas.

EL ANGEL

A más de la luna tiene por trono de sus sagradas plantas un ángel, que manifiesta en su tierno semblante la alegría reverente con que sirve a su Reina. Tiene las alas a medio recoger, en ademán de quien acaba de volar. Tiénelas matizadas en un modo que hasta ahora no se ha visto ejecutado por pintor alguno, porque las plumas de una y otra se dividen en tres clases u órdenes, de manera que los dos encuentros son de un azul finísimo, a quien sigue en orden de plumas amarillas y las del tercer orden encarnadas, aunque estos colores no son tan vivos como suelen pintarlos

EL SOL

Tiene por respaldo nuestra Guadalupana un sol que hermosamente la rodea, de ciento veintinueve rayos, tan bien ejercitados que admiran. A igual distancia unos de otros; más unos serpeados, como que centellean y otros rectos.

FONDO Y NUBES

Sírvenle de fondo a estas luminarias un campo que se deja ver entre sus rayos de modo extraño: porque en el contorno de la Señora es tan blanco que parece estar reverberando, hasta tocar un contorno de nubes, descoloridas del amarillo y rojo, que haciendo un rompimiento le forman un como nicho a nuestra Reina.







Milagrosa conservación del lienzo

1531-1556 La Sagrada Imagen debió sufrir los efectos del clima húmedo y salitroso del Tepeyac, el humo constante de candelas, los insectos que eran atraídos por las luces, y el beso de miles de hijos que querían tener un contacto palpable con la Imagen.

1554 «Creyeron los que cuidaban la santa imagen que sería conveniente a su culto y lucimiento adornarla con unos querubines, que en el círculo de los rayos del sol la hicieren compañía. Hiciéronlo así, pero con el pasar de los años se desfiguraron y fue borrando todo: no pudieron competir con el pincel milagroso.»

1647 El Virrey, Conde de Salvatierra, regala al Santuario unos vidrios traídos con esmero desde España, que colocan ante el sagrado lienzo para proteger­lo -aunque no del todo- del humo, insectos y manoseo.

1660 Una descripción hecha por el P. Florencia dice que «pone admiración ver una manta de material tan vil, feble y corruptible que si antes de pintarse en ella la Imagen santa, se hubiera puesto en lugar tan nocivo y perjudicial por su salitre en el Tepeyac, estaría tan podrida a los 20 años que se desharía por sí misma quedando en pedazos en las manos. Al cambio, véese todo lo contrario: el ayate permanece a pesar de los años tan entero, recio y firme como si acabara de tejerse, y con colores tan vivos y bellos como si acabara de pintarse.»

1666 Hay unas Informaciones que dicen que en el Tepeyac «se crían -cuando cesan las lluvias- una especie de «nitro» que arrastran los vientos tan corrosivos en su naturaleza que las piedras de cantería donde se posa las deshace y convierte en polvo, y pone negra y destruye hasta la plata.»

1666 Una comisión de médicos dice: «no hay causa natural que explique la conservación milagrosa del «ayate» de maguey en que está representada la santa Imagen.»

1666 Una comisión de pintores dice: «que han tocado con sus propias manos dicha pintura y que no han podido hallar cómo fuera puesta allí, sino de forma milagrosa y que otro, que no fuera Dios Nuestro Señor, no podía hacer cosa tan bella y de tanta perfección que parece estampada en la tilma del dichoso Juan Diego».

1666 Esa misma comisión de pintores, declaró bajo juramento «que visto el lienzo por el envés, se ve la santa Imagen con todos los colores que se admiran en el haz.»

1666 El P. Florencia escribe: «se reconoce que no ha sido suficiente la intemperie a la que ha estado sometido el cuadro, para apagar el brillo de su pintura.»

1756 Si se observa el ayate a una distancia superior a los 3 metros, los colores se aprecian fuertes y marcados, pero conforme se acerca uno al lienzo, se van desvaneciendo.

1766 Se puso un nuevo cristal ante la Imagen, aunque era frecuente que se abriera. El pintor Miguel Cabrera ve que «durante más de dos horas varios ecle­siásticos estuvieron pasando sobre el Sagrado Lienzo 500 estampas e incontables Rosarios y ex-votos.»

1791 Mientras un orfebre limpiaba el marco de oro y plata del marco exterior de la Imagen, un frasco con ácido nítrico se derramó sobre la parte superior derecha del ayate. Sólo quedó una mancha y no destruyó, milagrosamente, parte del lienzo.

1921 El 14 de noviembre se registra un atentado contra la Imagen. Estalla una bomba en el altar mayor de la antigua Basílica. La Imagen no sufre daño alguno.

1929 Hay un gran inconveniente para la toma de fotografías pues mientras más potente sea la lente, más resalta la grosera trama del lienzo en detrimento de los rasgos.

1936 El Dr. Ricardo Kuhn, austriaco y premio Nóbel de química, recibió dos fibras que le enviaron de México provenientes del lienzo de Guadalupe. Luego de su análisis manifestó: «en las dos fibras -una de color rojo y otra amarillo- no existen colorantes vegetales ni colorantes animales, (como la cochinilla), ni minerales. Tampoco podían ser colorantes sintéticos, pues en aquel tiempo (1531), no se conocían estos productos.»

1954 El Prof. Francisco Camps Rivera, de la Universidad de Barcelona, experto en pintura, luego de examinar la tilma, afirmó que «no pudo encontrar huellas de pincel, ni que la tela fuera preparada para pintar», concluyendo que «ningún artista humano hubiera elegido para realizar una obra tan acabada, una tela de la calidad del ayate, y mucho menos con una costura en el centro.»

1975 El Dr. Eduardo Turatí, luego de estudiar el Sagrado lienzo, sin el vidrio, afirmó: «observando unas zonas del tejido donde se encuentran unas grietas que lo abren -por lo viejo que está- puede verse que la pintura sigue fija en las fibras ocultas del tejido. Este detalle tan significativo hace pensar que la Imagen se encuentra impresa o es parte de la misma tela y no pintura sobrepuesta.»

1975 El Dr. Sodi Palláres descubrió que «la tilma es refractaria al polvo, a los insectos y a la humedad de estos parajes mexicanos.»

1979 En la noche del 7 de mayo, los norteamericanos Brant Smith y Philip S. Callagan, miembros del equipo científico de la NASA, toman fotografías con películas infrarrojas de la Imagen de la Vírgen sin el cristal protector. Entre sus conclusiones, aseguran: «que la cara, manos, manto y túnica de la Vírgen no tiene explicación posible». Los científicos -que tras muchas horas de labor terminaron enamorados de la Vírgen de Guadalupe- presentaron en 1981 su informe al Sr. Arzobispo de México, D. Ernesto Corripio Ahumada.



Las estrellas visibles en el manto





Las estrellas visibles en el manto de María reflejan la exacta configuración y posición que el cielo de México presentaba en el día en que se produjo el milagro. Tiene 46 estrellas de ocho puntas. Veintidós del lado derecho y veinticuatro del lado izquierdo. Símbolo de las gracias y dones repartidos por los santos. Constelación: solsticio de invierno.

En el manto están representadas las estrellas más brillantes de las principales constelaciones visibles desde el Valle del Anáhuac aquella madrugada del 12 de diciembre de 1531. Allí están las constelaciones completas. Las estrellas se encuentran agrupadas como en la realidad.

Los rayos representan el sol que destierra las tinieblas. Ciento veintinueve rayos de oro. No existe metal transparente, y sin embargo a través de este metal se ven los hilos del ayate. Este dorado dotado de transparencia no puede ser obra humana.









D) La Narración y la Espiritualidad.

La historia del «milagroso» manto de Juan Diego donde quedó plasmada la imagen religiosa, está sustentada por la Iglesia católica con un documento náhuatl de 1556 llamado Nican Mopohua (Aquí se cuenta) y atribuido al noble indígena Antonio Valeriano, y supuestamente esta construido con los testimonios del propio Juan Diego. Juan Diego, el indígena al que ‘se le apareció’ la Virgen de Guadalupe En el Nican Mopohua se dice que entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531, la Virgen María se apareció frente a Juan Diego en cuatro ocasiones en lo que hoy es Cuatitlán en el Estado de México para solicitarle que construyeran un templo en su honor a las orillas del cerro del Tepeyac. El documento narra que el 12 de diciembre, el indígena presenció la última aparición mariana cuando estaba en busca de alguien que pudiera ayudar a su tío enfermo, cuando se encontró en el camino a la Virgen, quien según la tradición, le informó que su tío ya estaba curado. En el documento se afirma que durante esa última aparición, la Virgen María le pidió a Juan Diego que subiera a lo más alto del cerro del Tepeyac en busca de unas rosas, las cuáles tenía que reunir para llevarlas ante el obispo como una prueba de sus milagrosas apariciones, como afirma el semanario religioso Desde la Fe. La historia aprobada por el Vaticano cuenta que Juan Diego hizo caso a las instrucciones de la Virgen y llevó las rosas ante el obispo Zumárraga, quien lo recibió y presenció cómo, según los creyentes, al momento de dejarlas caer de su manto se reveló la imagen que todos conocemos de la Virgen de Guadalupe. La devoción al manto de la Virgen de Guadalupe Los registros históricos oficiales aseguran que las peregrinaciones para presenciar la «milagrosa» imagen comenzaron el mismo año de su «aparición». Hoy en día el culto al manto de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre es uno de los actos de fe más importantes y masivos del mundo. La imagen ha tenido varios recintos a lo largo de la historia, incluso la Iglesia Católica reconoce que fue guardada en un ropero en 1926 para evitar su destrucción. Actualmente, aunque se cree que la imagen original está escondida al público, la realidad es que se encuentra en la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, que es el centro de las celebraciones en torno a la figura religiosa.





San Juan Diego siempre edificó a los demás con su testimonio y su palabra


Es un hecho que Juan Diego siempre edificó a los demás con su testimonio y su palabra; constantemente se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo; ya “que cuanto pedía y rogaba la Señora del cielo, todo se le concedía”.

Juan Diego Cuauhtlatoatzin (que significa: Águila que habla o El que habla como águila), un indio humilde, de la etnia indígena de los chichimecas, nació en torno al año 1474, en Cuauhtitlán, que en ese tiempo pertenecía al reino de Texcoco. Juan Diego fue bautizado por los primeros franciscanos, aproximadamente en 1524. En 1531, Juan Diego era un hombre maduro, como de unos 57 años de edad; edificó a los demás con su testimonio y su palabra; de hecho, se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo; ya “que cuanto pedía y rogaba la Señora del cielo, todo se le concedía”.

Juan Diego fue un hombre virtuoso, las semillas de estas virtudes habían sido inculcadas, cuidadas y protegidas por su ancestral cultura y educación, pero recibieron plenitud cuando Juan Diego tuvo el gran privilegio de encontrarse con la Madre de Dios, María Santísima de Guadalupe, siendo encomendado a portar a la cabeza de la Iglesia y al mundo entero el mensaje de unidad, de paz y de amor para todos los hombres; fue precisamente este encuentro y esta maravillosa misión lo que dio plenitud a cada una de las hermosas virtudes que estaban en el corazón de este humilde hombre y fueron convertidas en modelo de virtudes cristianas; Juan Diego fue un hombre humilde y sencillo, obediente y paciente, cimentado en la fe, de firme esperanza y de gran caridad.

Poco después de haber vivido el importante momento de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, Juan Diego se entregó plenamente al servicio de Dios y de su Madre, transmitía lo que había visto y oído, y oraba con gran devoción; aunque le apenaba mucho que su casa y pueblo quedaran distantes de la Ermita. Él quería estar cerca del Santuario para atenderlo todos los días, especialmente barriéndolo, que para los indígenas era un verdadero honor; como recordaba fray Gerónimo de Mendieta: “A los templos y a todas las cosas consagradas a Dios tienen mucha reverencia, y se precian los viejos, por muy principales que sean, de barrer las iglesias, guardando la costumbre de sus pasados en tiempos de su gentilidad, que en barrer los templos mostraban su devoción (aun los mismos señores).”

Juan Diego se acercó a suplicarle al señor Obispo que lo dejara estar en cualquier parte que fuera, junto a las paredes de la Ermita para poder así servir todo el tiempo posible a la Señora del Cielo. El Obispo, que estimaba mucho a Juan Diego, accedió a su petición y permitió que se le construyera una casita junto a la Ermita. Viendo su tío Juan Bernardino que su sobrino servía muy bien a Nuestro Señor y a su preciosa Madre, quería seguirle, para estar juntos; “pero Juan Diego no accedió. Le dijo que convenía que se estuviera en su casa, para conservar las casas y tierras que sus padres y abuelos les dejaron”.

 Juan Diego manifestó la gran nobleza de corazón y su ferviente caridad cuando su tío estuvo gravemente enfermo; asimismo Juan Diego manifestó su fe al estar con el corazón alegre, ante las palabras que le dirigió Santa María de Guadalupe, quien le aseguró que su tío estaba completamente sano; fue un indio de una fuerza religiosa que envolvía toda su vida; que dejó sus casas y tierras para ir a vivir a una pobre choza, a un lado de la Ermita; a dedicarse completamente al servicio del templo de su amada Niña del Cielo, la Virgen Santa María de Guadalupe, quien había pedido ese templo para en él ofrecer su consuelo y su amor maternal a todos lo hombres y mujeres. Juan Diego tenía “sus ratos de oración en aquel modo que sabe Dios dar a entender a los que le aman y conforme a la capacidad de cada uno, ejercitándose en obras de virtud y mortificación.” También se nos refiriere en el Nican motecpana: “A diario se ocupaba en cosas espirituales y barría el templo. Se postraba delante de la Señora del Cielo y la invocaba con fervor; frecuentemente se confesaba, comulgaba, ayunaba, hacía penitencia, se disciplinaba, se ceñía cilicio de malla y escondía en la sombra para poder entregarse a solas a la oración y estar invocando a la Señora del cielo.”

Toda persona que se acercaba a Juan Diego tuvo la oportunidad de conocer de viva voz los pormenores del Acontecimiento Guadalupano, la manera en que había ocurrido este encuentro maravilloso y el privilegio de haber sido el mensajero de la Virgen de Guadalupe; como lo indicó el indio Martín de San Luis cuando rindió su testimonio en 1666: “Todo lo cual lo contó el dicho Diego de Torres Bullón a este testigo con mucha distinción y claridad, que se lo había dicho y contado el mismo Indio Juan Diego, porque lo comunicaba.” Juan Diego se constituyó en un verdadero misionero.

Cuando Juan Diego se casó con María Lucía, quien había muerto dos años antes de las Apariciones, habían escuchado un sermón a fray Toribio de Benavente en donde se exaltaba la castidad, que era agradable a Dios y a la Virgen Santísima, por lo que los dos decidieron vivirla; se nos refiere: “Era viudo: dos años antes de que se le apareciera la Inmaculada, murió su mujer, que se llamaba María Lucía. Ambos vivían castamente.” Como también lo testificó el P. Luis Becerra Tanco: “el indio Juan Diego y su mujer María Lucía, guardaron castidad desde que recibieron el agua del Bautismo Santo, por haber oído a uno de los primeros ministros evangélicos muchos encomios de la pureza y castidad y lo que ama nuestro Señor a las vírgenes, y esta fama fue constante a los que conocieron y comunicaron mucho tiempo estos dos casados”. Aunque esto no obsta de que Juan Diego haya tenido descendencia, sea antes del bautismo, sea por la línea de algún otro familiar; ya que, por fuentes históricas sabemos que Juan Diego efectivamente tuvo descendencia; sobre esto, uno de los principales documentos se conserva en el Archivo del Convento de Corpus Christi en la Ciudad de México, en el cual se declara: “Sor Gertrudis del Señor San José, sus padres caciques [indios nobles] Dn. Diego de Torres Vázquez y Da. María del la Ascención de la región di Xochiatlan […] y tenida por descendiente del dichoso Juan Diego.” Lo importante también es el hecho de que Juan Diego inspiró la búsqueda de la santidad y de la perfección de vida, incluso en medio de los miembros de su propia familia, ya que su tío, como ya veíamos, al constatar como Juan Diego se había entregado muy bien al servicio de la Virgen María de Guadalupe y de Dios, quiso seguirlo, aunque Juan Diego le convino que era preferible que se quedara en su casa; y ahora tenemos también este ejemplo de Sor Gertrudis del Señor San José, descendiente de Juan Diego, quien ingresó a un monasterio, a consagrar su vida al servicio de Dios, buscando esa perfección de vida, buscando la Santidad.

Es un hecho que Juan Diego siempre edificó a los demás con su testimonio y su palabra; constantemente se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo; ya “que cuanto pedía y rogaba la Señora del cielo, todo se le concedía”.

El indio Gabriel Xuárez, quien tenía entre 112 y 115 años cuando dio su testimonio en las Informaciones Jurídicas de 1666; declaró cómo Juan Diego era un verdadero intercesor de su pueblo, decía: “que la dicha Santa Imagen le dijo al dicho Juan Diego la parte y lugar, donde se le había de hacer la dicha Ermita que fue donde se le apareció, que la ha visto hecha y la vio empezar este testigo, como lleva dicho donde son muchos los hombres y mujeres que van a verla y visitarla como este testigo ha ido una y muchas veces a pedirle remedio, y del dicho indio Juan para que como su pueblo, interceda por él.” El anciano indio Gabriel Xuárez también señaló detalles importantes sobre la personalidad de Juan Diego y la gran confianza que le tenía el pueblo para que intercediera en sus necesidades: “el dicho Juan Diego, –decía Gabriel Xuárez– respecto de ser natural de él y del barrio de Tlayacac, era un Indio buen cristiano, temeroso de Dios, y de su conciencia, y que siempre le vieron vivir quieta y honestamente, sin dar nota, ni escándalo de su persona, que siempre le veían ocupado en ministerios del servicio de Dios Nuestro Señor, acudiendo muy puntualmente a la doctrina y divinos oficios, ejercitándose en ello muy ordinariamente porque a todos los Indios de aquel tiempo oía este testigo, decirles era varón santo, y que le llamaban el peregrino, porque siempre lo veían andar solo y solo se iba a la doctrina de la iglesia de Tlatelulco, y después que se le apareció al dicho Juan Diego la Virgen de Guadalupe, y dejó su pueblo, casas y tierras, dejándolas a su tío suyo, porque ya su mujer era muerta; se fue a vivir a una casa Juan Diego que se le hizo pegada a la dicha Ermita, y allá iban muy de ordinario los naturales de este dicho pueblo a verlo a dicho paraje y a pedirle intercediese con la Virgen Santísima les diese buenos temporales en sus milpas, porque en dicho tiempo todos lo tenían por Varón Santo.”

La india doña Juana de la Concepción que también dio su testimonio en estas Informaciones, confirmó que Juan Diego, efectivamente, era un hombre santo, pues había visto a la Virgen: “todos los Indios e Indias –declaraba– de este dicho pueblo le iban a ver a la dicha Ermita, teniéndole siempre por un santo varón, y esta testigo no sólo lo oía decir a los dichos sus padres, sino a otras muchas personas”. Mientras que el indio Pablo Xuárez recordaba lo que había escuchado sobre el humilde indio mensajero de Nuestra Señora de Guadalupe, decía que para el pueblo, Juan Diego era tan virtuoso y santo que era un verdadero modelo a seguir, declaraba el testigo que Juan Diego era “amigo de que todos viviesen bien, porque como lleva referido decía la dicha su abuela que era un varón santo, y que pluguiese a Dios, que sus hijos y nietos fuesen como él, pues fue tan venturoso que hablaba con la Virgen, por cuya causa le tuvo siempre esta opinión y todos los de este pueblo.” El indio don Martín de San Luis incluso declaró que la gente del pueblo: “le veía hacer al dicho Juan Diego grandes penitencias y que en aquel tiempo le decían varón santísimo.”

Como decíamos, Juan Diego murió en 1548, un poco después de su tío Juan Bernardino, el cual falleció el 15 de mayo de 1544; ambos fueron enterrados en el Santuario que tanto amaron. Se nos refiere en el Nican motecpana: “Después de diez y seis años de servir allí Juan Diego a la Señora del cielo, murió en el año de mil y quinientos y cuarenta y ocho, a la sazón que murió el señor obispo. A su tiempo le consoló mucho la Señora del cielo, quien le vio y le dijo que ya era hora de que fuese a conseguir y gozar en el cielo, cuanto le había prometido. También fue sepultado en el templo. Andaba en los setenta y cuatro años.” En el Nican motecpana se exaltó su santidad ejemplar: “¡Ojalá que así nosotros le sirvamos y que nos apartemos de todas las cosas perturbadoras de este mundo, para que también podamos alcanzar los eternos gozos del cielo!” 

P. Dr. Eduardo Chávez Sánchez



HIJO MIO EL MAS PEQUEÑO


Mi Señora, Reina, Muchachita mía, allá llegaré, a tu casita…




Entre las dulces y luminosas enseñanzas del santo Evangelio, no hay ninguna tan suave y eficaz como la que nos manda que nos convirtamos y hagamos como niños. 

No sólo se trata de un consejo de perfección, sino de un medio de salvación, enseñado por el mismo Jesucristo, en el santo Evangelio, y repetido por Él en diferentes ocasiones.

«En aquella hora se acercaron los discípulos a Jesús, y le hicieron esta pregunta: «¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?» Y Jesús, llamando a un niño, lo colocó en medio de ellos. Y dijo: «En verdad os digo que, si no os volvéis y hacéis semejantes a los niños, no entraréis en el reino de los cielos. Cualquiera, pues, que se humillare como este niño, éste será el mayor en el reino de los cielos. Y el que acogiere un niño tal, en nombre mío, a mi me acoge.» (San Mateo, capítulo XVIII, v. 1-5.)

«En verdad os digo, que quien no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él.» (san Lucas, cap.XVIII, v. 17.)

«Dejad en paz a los niños, y no les estorbéis de venir a mí; porque de los que son como ellos es el reino de los cielos.» (San Mateo, cap. XIX, v. 14.)

Sobre estas enseñanzas del buen Jesús, hace los siguientes comentarios el Papa Benedicto XV, de feliz memoria (1):

«Conviene parar mientes en la fuerza de este lenguaje divino, pues no le basta al Hijo de Dios afirmar, con acento positivo, que el reino de los cielos es de los niños: de los tales es el reino de los cielos, o que aquel que se hiciere como un niño, será el mayor en el reino de los cielos; sino que enseña de una manera explícita la exclusión de su reino de aquellos que no se hacen semejantes a los niños. Cuando un maestro expone una lección en formas tan variadas, ¿no quiere acaso significar que tiene, en ello, puesto el corazón? Si se esfuerza tanto, en inculcarla a sus discípulos, ello es debido a que desea, mediante una u otra expresión, dárnosla a entender más seguramente. Debemos, pues, deducir que el divino Maestro intenta expresamente que sus discípulos vean, en la infancia espiritual, la condición necesaria para obtener la vida eterna.»

El papa Benedicto XV nos dice, en su hermoso discurso sobre la Santa de Lisieux que «llegó al heroísmo de la perfección por la práctica de las virtudes, que derivan de la infancia espiritual». Añade también que «todos vemos como los fieles de todas las naciones, edad, sexo y condición, han de entrar generosamente por este camino, por el cual Santa Teresa del Niño Jesús llegó al heroísmo de la virtud». «Toda la vida de la Santa está caracterizada por los méritos de la infancia espiritual. AQUÍ ESTÁ EL SECRETO DE LA SANTIDAD… para todos los fieles de todo el mundo.» «Deseamos, pues, que el secreto de la santidad de Sor Teresa del Niño Jesús, no quede oculto a ninguno de nuestros hijos.»






Del  Nican Mopohua: Documento histórico sobre Guadalupe


Es éste el documento histórico en el que se relata las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, indígena azteca, ocurridas del 9 al 12 de diciembre de 1531.



Es un escrito originalmente en lengua náhuatl «lingua franca» en Mesoamérica, y todavía en uso en varias regiones de México. A pesar de que muchos documentos indígenas comienzan con el Nican Mopohua, estas dos palabras iniciales han permanecido por antonomasia para identificar este relato. El título completo es: «Aquí se cuenta se ordena como hace poco milagrosamente se apareció la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra Reina; allá en el Tepeyac, de renombre Guadalupe».



Este relato es la principal fuente de lo que sabemos sobre el Mensaje de la Santísima Virgen al Beato Juan Diego, a México y al Mundo. La copia más antigua se halla en la Biblioteca Pública de Nueva York Rare Books and Manuscripts Department. The New York Public Library, Astor, Lenox and Tilden Foundation.



El autor del documento fue Don Antonio Valeriano (1520-1605), sabio indígena y aventajado discípulo de Fr. Bernardino de Sahún. Valeriano recibió la historia por el mismo Juan Diego, quien murió en 1548.



En cuanto al argumento del documento: es la narración de la evangelización de una cultura donde la ayuda de Dios y de la Virgen fue evidente. Por medio de un estilo correcto, digno y sólido uno se da cuenta que esta evangelización llegó hasta la más profunda raíz de la cultura pre-hispánica, llevándose a realizar la de dos pueblos irreconciliables.



En la plenitud de los tiempos para América aparece María Santísima portadora de Cristo. Hay una identificación de lo esencial de la Biblia: -Cristo, centro de la Historia- (Juan 3,14-16) con lo esencial del Nican Mopohua (vv.26-27) y con lo esencial del mensaje glífico de la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe: el Niño Sol que lleva en su vientre Santísimo.



Diálogo entre la Virgen de Guadalupe y San Juan Diego (Tomado del documento autorizado del «Nican Mopohua»)



Del numeral 6 al 182


Era sábado, muy de madrugada, venía en pos de Dios y de sus mandatos.

Y al llegar cerca del cerrito llamado Tepeyac ya amanecía.


Oyó cantar sobre el cerrito, como el canto de muchos pájaros finos; al cesar sus voces, como que les respondía el cerro, sobremanera suaves, deleitosos, sus cantos sobrepujaban al del coyoltototl y del tzinitzcan y al de otros pájaros finos.



Se detuvo a ver Juan Diego. Se dijo: ¿Por ventura soy digno, soy merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo estoy soñando?¿Quizá solamente lo veo como entre sueños? 10. ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso allá donde dejaron dicho los antiguos nuestros antepasados, nuestros abuelos: en la tierra de las flores, en la tierra del maíz, de nuestra carne, de nuestro sustento; acaso en la tierra celestial?

Y cuando cesó de pronto el canto, cuando dejó de oírse, entonces oyó que lo llamaban, de arriba del cerrillo,  le decían: “JUANITO, JUAN DIEGUITO”.



Y cuando llegó a la cumbre del cerrillo, cuando lo vió una Doncella que allí estaba de pie, 15. lo llamó para que fuera cerca de Ella. 16. Y cuando llegó frente a Ella mucho admiró en qué manera sobre toda ponderación aventajaba su perfecta grandeza: su vestido relucía como el sol, como que reverberaba, 18. y la piedra, el risco en el que estaba de pie, como que lanzaba rayos; 19. el resplandor de Ella como preciosas piedras, como ajorca (todo lo más bello) parecía;

En su presencia se postró. Escuchó su aliento, su palabra, que era extremadamente glorificadora, sumamente afable, como de quien lo atraía y estimaba mucho.



Le dijo:-


”ESCUCHA , HIJO MIO EL MENOR, JUANITO. ¿A DONDE TE DIRIGES?”



Y él le contestó:


-”Mi Señora, Reina, Muchachita mía, allá llegaré, a tu casita de México Tlatilolco, a seguir las cosas de Dios que nos dan, que nos enseñan quienes son las imágenes de Nuestro Señor: nuestros Sacerdotes.”



En seguida, con esto dialoga con él, le descubre su preciosa voluntad; 26. le dice:



“SÁBELO, TEN POR CIERTO HIJO MIO EL MAS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA. MUCHO QUIERO, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA 27. EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO: 28. LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN: 29. PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA, 30. TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO, 31. Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MI CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MI, 32. PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR, PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES.




Y PARA REALIZAR LO QUE PRETENDE MI COMPASIVA MIRADA MISERICORDIOSA, ANDA AL PALACIO DEL OBISPO DE MÉXICO, Y LE DIRÁS COMO YO TE ENVÍO, PARA QUE LE DESCUBRAS COMO MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME PROVEA DE UNA CASA, ME ERIJA EN EL LLANO MI TEMPLO; TODO LE CONTARAS, CUANTO HAS VISTO Y ADMIRADO, Y LO QUE HAS OÍDO. 34. Y TEN POR SEGURO QUE MUCHO LO AGRADECERÉ Y LO PAGARÉ, 35. QUE POR ELLO TE ENRIQUECERÉ, TE GLORIFICARÉ; 36. Y MUCHO DE ALLÍ MERECERÁS CON QUE YO RETRIBUYA TU CANSANCIO, TU SERVICIO CON QUE VAS A SOLICITAR EL ASUNTO AL QUE TE ENVÍO. 37. YA HAS OÍDO, HIJO MIO EL MENOR, MI ALIENTO, MI PALABRA; ANDA, HAZ LO QUE ESTE DE TU PARTE”.



E inmediatamente en su presencia se postró; le dijo:


-”Señora mía, Niña, ya voy a realizar tu venerable aliento, tu venerable palabra; por ahora de Ti me aparto, yo, tu pobre indito”.




Y en cuanto la vio, ante Ella se postró, se arrojó por tierra, le dijo:



“Patroncita, Señora, Reina, Hija mía la más pequeña, mi Muchachita, ya fui a donde me mandaste a cumplir tu amable aliento, tu amable palabra; aunque difícilmente entré a donde es el lugar del Gobernante Sacerdote, lo vi, ante él expuse tu aliento, tu palabra, como me lo mandaste. 51. Me recibió amablemente y lo escuchó perfectamente pero, por lo que me respondió, como que no lo entendió, no lo tiene por cierto. 52. Me dijo: “Otra vez vendrás; aun con calma te escucharé, bien aun desde el principio veré por lo que has venido, tu deseo, tu voluntad.”

Bien en ello miré, según me respondió, que piensa que tu casa que quieres que te hagan aquí, tal vez yo nada más lo invento, o que tal vez no es de tus labios; 54. mucho te suplico, Señora mía, Reina, Muchachita mía, que a alguno de los nobles, estimados, que sea conocido, respetado, honrado, le encargues que conduzca, que lleve tu amable aliento, tu amable palabra para que le crean. 55. Porque en verdad yo soy un hombre del campo, soy mecapal, soy parihuela, soy cola, soy ala; yo mismo necesito ser conducido, llevado a cuestas, no es lugar de mi andar ni de mi detenerme allá a donde me envías, Virgencita mía, Hija mía menor, Señora, Niña; 56. por favor dispénsame: afligiré con pena tu rostro, tu corazón; iré a caer en tu enojo, en tu disgusto, Señora Dueña mía”.



Le respondió la Perfecta Virgen, digna de honra y veneración:



“ESCUCHA, EL MAS PEQUEÑO DE MIS HIJOS, TEN POR CIERTO QUE NO SON ESCASOS MIS SERVIDORES, MIS MENSAJEROS, A QUIENES ENCARGUE QUE LLEVEN MI ALIENTO, MI PALABRA, PARA QUE EFECTÚEN MI VOLUNTAD; 59. PERO ES MUY NECESARIO QUE TU, PERSONALMENTE VAYAS, RUEGUES,QUE POR TU INTERCESIÓN SE REALICE, SE LLEVE A EFECTO MI QUERER, MI VOLUNTAD.

Y MUCHO TE RUEGO, HIJO MIO EL MENOR, Y CON RIGOR TE MANDO, QUE OTRA VEZ VAYAS MAÑANA A VER AL OBISPO. 61. Y DE MI PARTE HAZLE SABER, HAZLE OIR MI QUERER, MI VOLUNTAD, PARA QUE REALICE, HAGA MI TEMPLO QUE LE PIDO. 62. Y BIEN, DE NUEVO DILE DE QUE MODO YO, PERSONALMENTE, LA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, YO, QUE SOY LA MADRE DE DIOS, TE MANDO”



Juan Diego, por su parte,le respondió, le dijo:


-”Señora mía, Reina, Muchachita mía, que no angustie yo con pena tu rostro, tu corazón; con todo gusto iré a poner por obra tu aliento, tu palabra; de ninguna manera lo dejaré de hacer, ni estimo por molesto el camino. 64. Iré a poner en obra tu voluntad, pero tal vez no seré oído, y si fuere oído quizás no seré creído. 65. Mañana en la tarde, cuando se meta el sol, vendré a devolver a tu palabra, a tu aliento, lo que me responda el Gobernante Sacerdote. 66. Ya me despido de Ti respetuosamente, Hija mía la más pequeña, Jovencita, Señora, Niña mía, descansa otro poquito”.



Entre tanto, Juan Diego estaba con la Santísima Virgen, diciéndole la respuesta que traía del Señor Obispo; 89. la que, oída por la Señora, le dijo:




“BIEN ESTA, HIJITO MIO, VOLVERÁS AQUÍ MAÑANA PARA QUE LLEVES AL OBISPO LA SEÑAL QUE TE HA PEDIDO; 91. CON ESO TE CREERÁ Y ACERCA DE ESTO YA NO DUDARÁ NI DE TI SOSPECHARÁ; 92. Y SÁBETE, HIJITO MIO, QUE YO TE PAGARÉ TU CUIDADO Y EL TRABAJO Y CANSANCIO QUE POR MI HAS IMPENDIDO; 93. EA, VETE AHORA; QUE MAÑANA AQUÍ TE AGUARDO”.

Le vino a salir al encuentro a un lado del cerro, le vino a atajar los pasos; le dijo:107.




“¿QUE PASA, EL MAS PEQUEÑO DE MIS HIJOS? ¿A DONDE VAS, A DONDE TE DIRIGES?”



Y él, ¿tal vez un poco se apenó, o quizá se avergonzó? ¿o tal vez de ello se espantó, se puso temeroso? 109. En su presencia se postró, la saludó, le dijo:

“Mi Jovencita, Hija mía la más pequeña, Niña mía, ojalá que estés contenta; ¿cómo amaneciste? ¿Acaso sientes bien tu amado cuerpecito, Señora mía, Niña mía? 111. Con pena angustiaré tu rostro, tu corazón: te hago saber, Muchachita mía, que está muy grave un servidor tuyo, tío mío. 112. Una gran enfermedad se le ha asentado, seguro que pronto va a morir de ella. 113. Y ahora iré de prisa a tu casita de México, a llamar a alguno de los amados de Nuestro Señor, de nuestros Sacerdotes, para que vaya a confesarlo y a prepararlo, 114. porque en realidad para ello nacimos,los que vinimos a esperar el trabajo de nuestra muerte. 115. Mas, si voy a llevarlo a efecto, luego aquí otra vez volveré para ir a llevar tu aliento, tu palabra, Señora, Jovencita mía. Te ruego me perdones, tenme todavía un poco de paciencia, porque con ello no te engaño, Hija mía la menor, Niña mía, mañana sin falta vendré a toda prisa”.



En cuanto oyó las razones de Juan Diego, le respondió la Piadosa Perfecta Virgen:



“ESCUCHA, PONLO EN TU CORAZÓN, HIJO MIO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTO”, LO QUE TE AFLIGIÓ; QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA. 119. ¿NO ESTOY AQUÍ YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTAS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?

QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; QUE NO TE APRIETE CON PENA LA ENFERMEDAD DE TU TÍO, PORQUE DE ELLA NO MORIRÁ POR AHORA. TEN POR CIERTO QUE YA ESTÁ BUENO”.



Y la Reina Celestial luego le mandó que subiera a la cumbre del cerrillo, en donde antes la veía; 125. Le dijo:



-”SUBE, HIJO MIO EL MENOR, A LA CUMBRE DEL CERRILLO, A DONDE ME VISTE Y TE DI ÓRDENES; 126. ALLÍ VERÁS QUE HAY VARIADAS FLORES: CÓRTALAS, REÚNELAS, PONLAS TODAS JUNTAS; LUEGO BAJA AQUÍ; TRÁELAS AQUÍ, A MI PRESENCIA”.


Y en seguida vino a bajar, vino a traerle a la Niña Celestial las diferentes flores que había ido a cortar, 135. y cuando las vió, con sus venerables manos las tomó; 136. luego otra vez se las vino a poner todas juntas en el hueco de su ayate, le dijo:




“MI HIJITO MENOR, ESTAS DIVERSAS FLORES SON LA PRUEBA, LA SEÑAL QUE LLEVARAS AL OBISPO; 138. DE MI PARTE LE DIRÁS QUE VEA EN ELLAS MI DESEO, Y QUE POR ELLO REALICE MI QUERER, MI VOLUNTAD.

Y TÚ…, TÚ QUE ERES MI MENSAJERO…, EN TI ABSOLUTAMENTE SE DEPOSITA LA CONFIANZA; 140. Y MUCHO TE MANDO CON RIGOR QUE NADA MAS A SOLAS, EN LA PRESENCIA DEL OBISPO EXTIENDAS TU AYATE, Y LE ENSEÑES LO QUE LLEVAS. 141. Y LE CONTARÁS TODO PUNTUALMENTE, LE DIRÁS QUE TE MANDE QUE SUBIERAS A LA CUMBRE DEL CERRITO A CORTAR FLORES, Y CADA COSA QUE VISTE Y ADMIRASTE, 142. PARA QUE PUEDAS CONVENCER AL GOBERNANTE SACERDOTE, PARA QUE LUEGO PONGA LO QUE ESTÁ DE SU PARTE PARA QUE SE HAGA, SE LEVANTE MI TEMPLO QUE LE HE PEDIDO”.



Y así como cayeron al suelo todas las variadas flores preciosas,183. luego allí se convirtió en señal, se apareció de repente la Amada Imagen de la Perfecta Virgen









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