Palermo de luto: fallecimiento de Biagio Conte
La ciudad siciliana de Palermo (sur de Italia) declaró una jornada de luto ciudadano por la muerte del misionero laico Biagio Conte, un personaje de enorme popularidad en la isla por sus obras benéficas y recordado por haber fundado la misión "Esperanza y Caridad" de ayuda a los más desfavorecidos.
Biagio Conte es el nombre del misionero laico fundador de la llamada “Misión Esperanza y Caridad” que falleció en la ciudad de Palermo (Italia) el jueves 12 de enero, a los 59 años, debido a un cáncer de colon.
Según señaló en sus redes el rector del Santuario dedicado a la Virgen del Silencio en Avezzano (Italia), el P. Emiliano Antenucci, Conte era “un santo, un loco por Cristo, un San Francisco de nuestros días”.
La historia de este “ángel de los pobres” que luchó a favor de los más marginados de su ciudad natal es conocida por toda Italia.
Nació en Palermo en 1963, y a los 16 años abandonó los estudios para trabajar en una empresa de construcción que poseía su familia.
Debido a una crisis espiritual, abandonó su vida acomodada y se trasladó a Florencia, para luego vivir como ermitaño en las montañas del interior de la isla de Sicilia.
«Empecé, a buscar la verdad, la verdadera libertad y la verdadera paz. Y el instinto de vida acaba imponiéndose. El 5 de mayo de 1990, a la edad de 26 años, decidió desvincularse «del mundo materialista y consumista», contaba.
Regaló todo lo que poseía y, con sólo la ropa que llevaba puesta, dejó atrás la ciudad y se refugió en la naturaleza. Durante más de un año vaga por los bosques y montañas de Sicilia viviendo como un ermitaño, alimentándose de bayas y hierbas.
Así se libera de las necesidades materiales y aprende que se puede vivir sin nada, que la verdadera esencia de la vida no era consumir bienes, sino vivir en armonía con la naturaleza, con los «hermanos» gitanos, desheredados, sin techo, y, especialmente con Dios.
Entonces, un día, conoce a un pastor que le confía su rebaño y le regala un perro. El hijo del pastor le regala el libro de Hermann Hesse sobre la vida de San Francisco. Para él fue como una iluminación: «Empecé a sentir cada vez más que Jesús me llevaba consigo a vivir una experiencia que más tarde daría un vuelco a toda mi vida».
Un día, perdido en las montañas bajo la nieve, casi muere congelado. Es rescatado por el pastor que lo lleva a la ermita de San Bernardo en Corleone, donde hay una comunidad de frailes que practican las reglas franciscanas de los orígenes. Aquí conoce al hermano Paolo, que le habla de San Francisco.
Así que decidió hacer un viaje, a pie, hasta Asís. Ante la tumba del Pobrecito, pensó antes de ir a África, «y en cambio me sentí devuelto a la ciudad a la que ya no quería volver. Jesús quiso que la Misión naciera en las mismas calles de Palermo». Por años se ocupó de ayudar a mendigos, sin techo, migrantes y refugiados.
En los años siguientes, el san Francisco de nuestros días, Biagio Conte, que hizo muchas veces huelga de hambre, en una cueva de ermitaño, y largas peregrinaciones a pie, tuvo a menudo problemas de salud. Durante varios años pasó sus días en silla de ruedas. Algunas vértebras aplastadas le daban mucho dolor.
Pero el 16 de enero de 2014, su comunidad anunció que el hermano Biagio volvía a caminar desde el verano anterior, gracias a una curación aún inexplicable científicamente, que se produjo tras un baño en las aguas de Lourdes, reconstruyó el servicio de información del Vaticano.
El san Francisco de nuestros días ha dejado una Misión que ofrece asistencia médica, legal y social. La asistencia de la Misión del Hermano Biagio se dirige también a las numerosas familias indigentes que viven en los barrios más pobres de Palermo. En la actualidad hay más de 300 familias que reciben ayuda. Y no faltan las misiones nocturnas para ayudar a los sin techo.
El 15 de septiembre de 2018, el Papa Francisco, de visita en la capital siciliana, almorzó en la sede histórica de su Misión, junto a pobres, migrantes y refugiados.
Su estado había empezado a empeorar poco antes de Navidad: el 30 de diciembre, el Hermano Biagio, para entonces postrado en cama, había recibido la visita del arzobispo de Palermo, Corrado Lorefice, y del cardenal Paolo Romeo, arzobispo emérito. A finales de diciembre, los médicos habían suspendido el tratamiento.
La capital siciliana mantendrá las banderas a media asta en todos los edificios públicos hasta el próximo martes, día en el que se celebrará el funeral y para el que se han adoptado medidas especiales como el refuerzo del sistema de autobuses ante la previsible gran afluencia de personas a los actos, indicaron los medios locales.
«Basta ya de que Italia vuelva a construir armas, sino instrumentos de trabajo: hermanos políticos y autoridades, les invito a cambiar su modo de vivir y de gobernar: poniendo así en práctica el don de ser verdaderos constructores de Paz».
«Dice el buen Dios: ‘ayuda, corrige y reprende a los que están en el error y así será posible su conversión a través de ti, pero si no le dices al pecador -dice el buen Dios- que está pecando, te cargarás con el pecado de los demás’. Como dicen en la tierra de Sicilia, «no seamos los omertosi (en italiano, se refiere a los que se hacen la vista gorda, sobre todo por los delitos de la mafia), es decir, vemos y no hablamos y no intervenimos».
«Querida y amada humanidad: ánimo, no perdamos la preciosa esperanza de un mundo mejor y más justo. Lo siento en mi corazón, gracias al buen Dios, para animar a esta sociedad que sufre y a cada ser vivo, a cada hombre y mujer de esta tierra, ayudémonos mutuamente a reconstruir juntos la paz y la verdadera esperanza».
«¡Buen trabajo! Recemos y esperemos: que cada profesión contribuya al Bien Común y madure así una verdadera y justa «conversión al Buen Dios, es decir, al Bien» para contrarrestar el mal con el bien».
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